Los datos nos ayudan a leer la realidad
“Por haber avanzado en nuestra comprensión de los resultados del mercado laboral de las mujeres” rezan las palabras que justifican que Claudia Goldin sea galardonada como Premio Nobel de Economía este 2023.
En primer lugar, destacar que el premio se otorga a la trayectoria, en este sentido es que se mencionarán conclusiones puntuales que no corresponden a un paper en solitario, sino que corresponden como bien hace referencia el premio; a su trayectoria.
La brecha de género en el mercado laboral existió y existe. En algún momento alguien se puso a estudiar este tema y dijo acá está pasando algo, no es normal. Y esa persona fue Claudia, meritoriamente se le atribuye haber fundado este mercado de análisis porque nos ayudó a entender más la participación femenina en el mercado laboral, para ello estudió más de 200 años de Historia en la materia.
Los invito a ver algunos de sus aportes.
En el 2000, junto con Cecilia Rouse evaluaron el impacto sobre la contratación de orquestas sinfónicas al momento de realizar las audiciones a ciegas (sin poder ver al músico/a). Todo nace de una anécdota con ella cuestionándose ¿por qué sólo los hombres estaban tocando instrumentos en la orquesta? A partir de ahí, pusieron el foco en el método que se utilizaba para seleccionar a los músicos y como cambiaron la metodología a partir de la década del 70. Con la ayuda de una pantalla que impedía ver quién estaba detrás, los encargados de contratar gente sólo se fijaban en el talento, porque era lo único que podían ver. El resultado fue que se redujo la discriminación por género. Hoy el sistema de CVs ciegos es normal, pero esta herramienta no se tenía en cuenta por aquel entonces.
Al poco tiempo, la galardonada resalta la importancia de la píldora anticonceptiva en un trabajo que con Larry Katz titularon “el poder de la píldora”(2002). Demostró que llevó a las mujeres a que planificaran e invirtieran más en su educación, porque tenían el control de cuándo tener sus hijos y por lo tanto tenían mayor control en sus carreras. La maternidad es la gran explicación de la brecha salarial, y estudiar el efecto que ha tenido la píldora anticonceptiva a lo largo de la Historia nos ayuda a entender más en profundidad el tema.
Ella se cuestionó por qué las mujeres estudian una carrera (cuando tienen la posibilidad de hacerlo) u otra, y encuentra explicaciones en las decisiones educativas y profesionales por las que optan las mujeres jóvenes. Un trabajo extenso que invito a leer con profundidad.
Al final de sus estudios, Claudia Goldin sostiene que el punto de quiebre que genera la brecha salarial es la maternidad. Ser responsable del cuidado de los hijos requiere sacrificar tiempo que se podría dedicar al trabajo. Cuando los que ofrecen trabajos de alta jerarquía exigen una disponibilidad de tiempo laboral mayor, es cuando las mujeres quedan rezagadas. Acá nace la brecha, porque esos cargos jerárquicos son los mejores remunerados, e incluso si una pareja con idénticas condiciones tiene la posibilidad de optar cuál de los dos toma ese trabajo, la maternidad genera que la mujer sea quien se quede más tiempo en el hogar, renunciando a ganar más dinero por dedicarle más tiempo al cuidado de sus hijos.
En sus trabajos concluye que la brecha salarial es una decisión racional. Cuando una pareja tiene hijos, ese hijo necesita cuidados, y cuando no es posible acceder a un sistema de guardería o simplemente por preferencia deciden que uno de los padres esté cuidando del hijo, uno de ellos debe ceder su tiempo laboral. Cuando esto sucede, ella termina saliendo del mercado laboral, con todo lo que eso significa. En esta línea es que se refuerzan los roles que ya tenemos incorporados erróneamente como sociedad, el de la mujer cuidadora y el hombre como proveedor.
Goldin nos dice que cuando la madre quiere reinsertarse en el mercado laboral corre con una enorme desventaja, tanto en años de experiencia como los que tendrá por delante como trabajadora. Esto desemboca en la brecha salarial y la informalidad.
Al no tener resuelto que tanto el hombre como la mujer tengan la posibilidad de tener un tiempo para dedicar al cuidado del recién nacido por igual, esa responsabilidad será comúnmente de la mujer. Los cargos de mayor jerarquía, y por ende menor flexibilidad, parecen estar flechados hacia los hombres.
Comúnmente se dice “no sólo es querer, también hay que poder”, para este caso tendríamos que invertir la frase: “no sólo se tratará de poder (que los hombres dediquen más tiempo a la paternidad), también hay que querer (ceder ganar menos)”
Es un desafío a resolver el tema de los cuidados, el trabajo no remunerado, que en su mayoría cae sobre las mujeres. Tiene mucho que ver con la flexibilidad laboral. No sólo la madre necesita de esa flexibilidad, ambos padres deben demandarla.
Goldin nos dice que la brecha salarial se combate trabajando sobre la flexibilidad, logrando que los padres puedan estar más involucrados en la crianza de los hijos. Si no tenemos igualdad en el hogar difícilmente se traslade en una igualdad laboral. Es decir, no llegar a tener que decidir quién de los dos deba ganar menos/más.
Estudiar la economía como ciencia social para comprender mejor nuestra realidad sociocultural es sumamente inspirador. Celebro y agradezco el reconocimiento a Claudia Goldin, porque cuanto mejor se detecta el problema, mejor solución habrá.